| Por Carlos Manuel Acuña para el Informador Público A medida que transcurren los días -no ya los meses o semanas- en la opinión pública se profundiza la suspicacia respecto de los proyectos kirchneristas signados progresivamente por una pátina ideológica de perfiles cada mes más claros y precisos. La creación de La Cámpora, conducida por el hijo del matrimonio gobernante, la designación como secretario de Estado de uno de sus miembros con capacidad financiera y funciones concretas prácticamente desconocidas, la formación de grupos especiales y la actividad de D'Elía, Pérsico, Milagro Sala y otros personajes, los avances judiciales contra un millar de militares mediante causas inventadas y testigos falsos, más detenciones de miembros de las Fuerzas Armadas y de Seguridad, el desguarnecimiento militar, la resistencia expresa a combatir la inseguridad y la atadura a las policías para que puedan cumplir con su función, el intento por controlar los medios de comunicación y la aparición de otros que canalizan buena parte de la publicidad oficial, las presiones contra la justicia y los empresarios, el amplio arco de enfrentamientos abiertos por el oficialismo, las versiones nunca desmentidas sobre hallazgo de armas, los homenajes a los jefes de las FARC caídos en combate, la negativa a extraditar a un terrorista asesino y secuestrador a Chile para no malquistarse con sus amigos argentinos que se han reorganizado, la ubicación laboral de la mujer de Apablaza Guerra dentro de la burocracia más cercana a Cristina Fernández, la tergiversación de la historia por parte de funcionarios y lo que es más grave, en todo el sistema educativo, y las insólitas declaraciones públicas de Hebe de Bonafini contra uno de los poderes del Estado, son componentes de un escenario político cultural que ha producido sus efectos. A esto podría agregarse el añadido dentro de un marco de total secreto, de nuevos nombres al listado del "Nunca Más" -ya de por sí tan arbitrario que debió depurarse continuamente para ampliar de esa manera el negocio de los derechos humanos -que maneja centenares de miles y miles de dólares cuyo intermediación y destino final deberá esclarecerse en su momento- y ahora, la aparición de carteles y volantes que utilizan los vocablos "guerra" y "sangre", para referirse a los distintos problemas que están en la superficie. Podríamos extendernos con otros ejemplos que marcan un mismo rumbo ideológico que pese a su falta de destino histórico es utilizado diariamente por determinados sectores políticos identificados directa o indirectamente con el gobierno y, en consecuencia, podemos explicarnos esa susceptibilidad que mencionamos más arriba. Con mayor profundidad, concurrentemente deberíamos analizar los contenidos de determinados programas televisivos y la obsesión por insertar el lenguaje y las ideas de este signo para llegar a millones de televidentes que incluso reciben mensajes sutilmente favorables a la homosexualidad o el consumo de drogas, no siempre perceptibles o, lo que es más grave, con la producción de un acostumbramiento que ayuda y es consecuente con el objetivo buscado. Deberíamos mencionar que esa propaganda -así corresponde calificarla- marca un contexto cada más cerrado, más pesado y de notable insistencia, que incluso trasciende nuestras fronteras, no sólo por la marcada influencia que ejerce sobre nuestros gobernantes el decadente Hugo Chávez desde Venezuela, sino también por el contenido de las ideas y consejos que personajes de segunda línea, residentes en Londres, Inglaterra, que son escuchadas con admiración y respeto por los incultos Cristina y Néstor. Nos referimos una vez más, a Ernesto Laclau y Chantal Muffe, cuyos nombres hace tiempo lanzamos periodísticamente después de un primer comentario efectuado por Juan José Sebreli. Cuando lo hicimos, pocos creyeron en la importancia de estos personajes sobre la vida política Argentina, pero sus recomendaciones ocupan hoy un lugar tan decisivo en la conducta de la confrontación permanente desatada por el kirchnerismo, que ya se habla con amplitud de esta verdadera curiosidad, si consideramos que la Argentina tuvo una jerarquía y una cultura de primer nivel, hoy desgraciadamente descendida. Todas estas referencias y otras que dejamos de lado para no excedernos en el limitado espacio donde escribimos, definen las condiciones en que se mueve el mundo del pensamiento, de las condiciones sociales y de las actitudes públicas tantas veces explicadas en esta página, con datos y reflexiones sobre su compleja evolución hacia un poder político que se desvanece en la bruma de las dudas y de objetivos tan menores que podemos calificar de pedestres. Ahora, ese conjunto de circunstancias sirve para explicarnos las fundadas dudas y crecientes reparos que provoca la difusión de la planilla del próximo censo previsto para el 27 de este mes, del cual no son pocos quienes ven en el tenor de las preguntas preparadas por el INDEC que destruyó Guillermo Moreno -otro dato de la Gran Decadencia que comentamos- una actitud invasiva de la privacidad de los ciudadanos. Más abajo reproducimos íntegro ese documento y así nuestros lectores podrán observar que junto con sus nombres y documentos, el censor deberá describir y calificar la vivienda ocupada, quiénes y en qué carácter lo hacen, el espacio utilizado y el no utilizado, quién, quiénes lo hacen y cómo se mantiene la vivienda, si conviven indígenas o mestizos, afrodescendientes o de cualquier otra condición, cuántas personas pasaron la noche anterior, cuál es el tenor de los vínculos que unen a los dueños de casa, el tamaño del terreno aledaño, si viven habitualmente allí, dónde trabajan y cuál es su jerarquía laboral. Es innecesario extendernos con más destacados de esa planilla oficial y quienes la lean sacarán sus propias conclusiones y la actitud a seguir en el momento de ser censado, pero lo cierto es que las reflexiones anteriores justifican la prevención con que este tema es recibido por la opinión pública, que ahora sabrá que sus nombres, documentos y direcciones pasarán a formar parte de una gigantesca base de datos útil para cualquier ensayo político e incluso para falsear conclusiones que podrán ser utilizadas demagógicamente. Máxime si tomamos en cuenta que la extendida pobreza desatada por el kirchnerismo está provocada de manera irracional como parte de un modelo de inclusión contradictorio, fracasado e incoherente de manera que para cualquier observador se muestra como inexplicable, pese a una buena posición económica interesante pero con beneficios que sólo gozan los elegidos. Este conjunto de factores configura un escenario cargado de ideología en un país rico, de envidiado potencial, con demostrada capacidad industrial y un atacado sector agropecuario -reservorio para el futuro próximo- al que quisieron vencer por razones económicas, políticas, ideológicas, culturales y sociales, pero que hasta ahora no pudieron doblegar. De allí, la enorme responsabilidad que una vez más le corresponde ejecutar al campo argentino. |
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Cecilia Santos Popper
Enfermera Universitaria
Colonia Santa Rosa - Salta
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